2017-06-17

A SITIAR LA ANTIGUA NATURALEZA


Había llegado el momento en que mi vida cristiana se volvió una rutina, de tal forma que todo se transformo en una forma de cumplir con los requerimientos que exigían las personas de la iglesia.

Todos tenemos conductas aprendidas de nuestro pasado, antes de ser cristiano, que seguimos practicando; en entradas anteriores comente mi habito de manos rápidas con las cosas ajenas, al igual que este tengo otros que continúan siendo parte de las practicas habituales. Pero hay tiempos en los que esos hábitos saltan de nosotros y nos llevan a cometer grandes errores. 

Un día, un chico de la iglesia estaba burlando se de mi madre porque trabajaba en la limpieza de su casa,  ya había pasado otras veces y comencé a perder  la paciencia por sus malos tratos, entonces comencé a pensar  en que hacer, ese hombre era muy  descuidado por lo que siempre dejaba sus pertenencias al alcance de las manos, sobre todo de las manos rápidas como la mía. 

Entonces,  un domingo, mientras estaba preparando su instrumento para tocar la alabanza, saque su teléfono y lo vendí en el mercado negro; algunos conocían mis antecedentes y  me denunciaron, pero como no encontraron en teléfono no paso ningún problema pero mi conciencia me comenzó a acusar, hasta que después de día tuve que confesar y desde ahí no me miraron con buenos ojos.

Pero, ¿ a qué se debía que todavía tenia esas ideas e impulsos en mi interior?, ¿qué  mantenía vivo esos hábitos en mi interior?. Al poco tiempo me di cuenta que era YO quien los mantenía vivos, como podía dejar atrás mi antigua naturaleza. Solo un hermano de la iglesia me acerco y me regalo el pasaje en el que voy a reflexionar.

La Biblia le da mucha importancia a crecer y generar hábitos sanos en la vida y uno de los pasajes que habla sobre esto es:
                                   " Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 
  Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 
  Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 
  Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.  
  Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 
  cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 
  en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 
  Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 
 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,   y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,   donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. 
  Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 
  soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 
 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 
  Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos."                                                      COLOSENCES 3: 1-15


En una parte de este pasaje,  en un momento dice "HACED MORIR(...)" y a continuación habla sobre distintas cosas, propias de la antigua naturaleza que deben morir en nuestra vida, ¿ como hacer esto?,  creo que una forma de estas es Sitiar nuestra propia naturaleza.

A lo largo de la historia  la estrategia de sitiar  una ciudad fue muy productiva porque así se lograron grandes conquistas, pero en su mayoría se trataba de rodear una ciudad y cortarle todas las provisiones  para que por falta  de ellas se rindieran  y aceptaran el dominio de los  países conquistadores.
Muchos cristianos pensamos que deberíamos sitiar y conquistar nuestra antigua naturaleza, que la tenemos que dejar incipientes en nuestro interior, es decir no la matamos sino que  pretendemos rendirla, negando su parte en el pecado que nos aqueja.
Pensamos que sojuzgarlos es suficiente, como pensó el pueblo de Israel en la conquista tierra prometida y aquellos que quedaron de los pueblos enemigos fueron los que invitaron cada vez que pudieron al pueblo de Israel al pecado.

Nosotros  pensamos que es cuestión de controlar nuestros impulsos pero la Biblia lo dice claramente y enuncia una norma, una obligación: haced morir. Si en la historia se quitaban los suministros para poder conquistar una ciudad, nosotros debemos quitar toda forma de provisión de acciones, imágenes, ideas, pensamientos que nos acerquen al pecado, no para sojuzgarlo y mantenerlo  bajo control sino para que muera y deje ser parte de nosotros.

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